viernes, 23 de mayo de 2014

“Los duelos de la migración: una aproximación psicopatológica y psicosocial”

NEREA GONZÁLEZ

El Dr. Joseba Atxotegui en su artículo “Los duelos de la migración: una aproximación psicopatológica y psicosocial” reflexiona sobre todo el proceso emocional que conlleva la migración, centrándose en el duelo.
Mi comentario de esta lectura te invitará a la reflexión sobre esta etapa que todos hemos vivido, o viviremos, a lo largo de nuestra existencia. El duelo está presente en nuestra vida, sin embargo he elegido esta lectura porque creo que no somos conscientes de esta vertiente “el duelo que conlleva la migración” hasta que no estamos en la situación, y me gustaría que todos por un momento caviláramos sobre ello.

Todo comienza en el campo que rodea a la persona que emigra, desde los alimentos que consume, las relaciones con sus familiares, amigos y conocidos, hasta el clima, la cultura, el entorno y la lengua, por supuesto. Tal y como explica el autor “La migración es una situación de cambio que no tan sólo da lugar a ganancias y beneficios sino que también comporta una serie de tensiones y pérdidas a las que se denomina duelo” Pero ¿Cómo es el duelo en la migración? ¿Es la perna que sientes por haberte ido de tu país? El duelo es un proceso de reorganización de la personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo que es significativo para el sujeto. Aplicándolo a la migración que es lo que nos interesa, lo relacionamos con la reorganización de los vínculos que se han elaborado en el país de origen, que han dado pie a formar la identidad del sujeto y que ahora dichos “cimientos” en parte serán sustituidos, remodelados, debido a la nueva situación.


Antes de continuar con esta reflexión me gustaría mencionar que el duelo, que todos hemos sufrido alguna, en todas sus versiones, ruptura de pareja, familia, fallecimiento de un ser querido, migración…, es un proceso natural, una sucesión de sentimientos surgidos por los acontecimientos que vamos dejando atrás. Volviendo al artículo, en él se “desglosa” el duelo migratorio en 7 duelos específicos, tal y como se muestra en el siguiente gráfico:



Os invito a leer el artículo y recapacitar sobre cada uno de los siete distintos duelos que conlleva el duelo de la migración. Pero me gustaría centrarme en los que, desde mi punto de vista, son los más difíciles de manejar, aceptar y aprender a vivir con ellos, tal vez porque creo que son los que acarrean mayor parte emocional:

Duelo por la familia y los amigos: Si las relaciones con la familia o los amigos son tensas y complejas en el país de origen, la emigración brinda la oportunidad al sujeto de reestructurar nuevas relaciones y vínculos con mayor grado de satisfacción. Otro claro ejemplo de esta categoría del duelo sería el que sienten aquellas personas que son padres y madres, al dejar a sus hijos en su país de origen, o la distancia respecto a sus padres ancianos y enfermos. Y por último, pero no por ello menos importante, los hijos de inmigrantes, es decir hijos que han nacido en el país al que han emigrado sus padres. Éstos sufren este tipo de duelo al carecer del grupo familiar extenso. No tienen contacto real con sus abuelos, tíos, primos etc. Ya que no viven en el mismo país que ellos. También podríamos relacionarlo con el duelo por el contacto del grupo étnico que se encuentra muy ligado a los vínculos con las personas más allegadas o cercanas, que se han dejado atrás.

Duelo por la cultura: ¿Qué sentirías si al dejar atrás tu país llegaras a otro donde una gran parte de las concepciones, actitudes y creencias acerca de cómo una persona debe actuar en unas determinadas situaciones o comportarse en el día a día fueran distintas a las que tienes? Ejemplos como la inmensa variedad de platos en la alimentación china, respecto a la nuestra, o el velo, el tiempo meteorológico característico de tu nueva región o los sentimientos que le generan a una dominicana entrar en una zapatería española “tristeza, porque todos los zapatos son oscuros” son algunos de los ejemplos que J. Atxotegui cita en el texto acerca de este tipo de sentimiento. Bien es cierto que la cultura de una sociedad no es siempre homogénea y “no ha de ser entendida como un ente que está por encima de los derechos de los ciudadanos: es buena si va bien para la vida de las personas” como remarca el autor.

Para terminar mi comentario acerca de este interesante artículo, me gustaría terminar con una frase del mismo:

Mientras que por un lado hay sentimientos de pena y dolor por lo que de valioso se deja atrás, por otro lado, al emigrar el ser humano tiene también una sensación de fuerza, de verse capaz de abordar el control del propio destino. La sensación de hallarse poseído por el dios de la libertad

3 comentarios:

  1. AURORA MARTÍNEZ

    Comienzo mi comentario expresando mi agrado por este artículo que no había leído y que me ha hecho recordar el libro de ilustraciones que nos trajo Virginia a clase al comienzo de las clases. Este tema, gracias a haber tenido la suerte de realizar mis Practicum en un centro con alumnado extranjero me ha afectado especialmente, puesto que he podido enjuiciar mis prejuicios previos acerca de la enseñanza y compararlos con mi experiencia.
    Me centro sobretodo en esta cita referente a la cultura que ha expuesto Nerea “no ha de ser entendida como un ente que está por encima de los derechos de los ciudadanos: es buena si va bien para la vida de las personas” por considerarla fundamental para el ser humano ya que tras mi breve experiencia de prácticas se ha convertido en el propósito fundamental de mi actividad como docente. Sólo a través de la educación se llega a entender que la pluralidad es natural y consustancial a nosotros mismos, los seres humanos y que esta educación, a su vez, forma parte de la necesidad de educación del ser (emocional y racional).

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  2. José Rafael León Prieto.
    Deambulando por el blog de la asignatura ha llamado mi atención esta reseña de Nerea acerca de los duelos de la migración que el Dr. Joseba Atxotegui refleja en su artículo. Además de presentar de una manera muy interesante el artículo de referencia, el breve resumen que hace es más que suficiente para hacernos una idea muy precisa sobre el contenido del mismo.
    En su reseña se ha centrado en dos de los siete tipos de duelo que Atxotegui indica en su artículo y pienso que ha estado acertada cuando indica que “son los más difíciles de manejar, aceptar y aprender a vivir con ellos, tal vez porque … son los que acarrean mayor parte emocional”. Se está refiriendo al duelo por la familia y los amigos dejados atrás, y al duelo debido al cambio de cultura.
    La familia y amigos, desde luego, creo que puede ser lo que más se pueda echar de menos, incluso a pesar de que en ocasiones, tal y como se indica también en el artículo, pueda ser para bien o para mal. Todos necesitamos a los nuestros, y cuando estos no son o no están, necesitamos crear un grupo que entendamos como tal. Somos seres sociales, y entre nuestras necesidades aparecen las de afiliación y sentimiento de pertenencia al grupo, tal y como indicaba Maslow; y debe ser muy duro ver atajado de un día para otro ese núcleo de personas que da sentido a nuestro entorno y a nuestra existencia.
    Por otro lado, el duelo debido al cambio de cultura es inevitable a todas luces, y el sentimiento de desarraigo que se genera es sólo conocido por aquellos que lo sufren. Suele ser muy habitual que el inmigrante acabe siendo reconocido como el de fuera, en su lugar de destino, y como el que se fue, en su lugar de origen, y nada de lo que haga o diga podrá convencer al resto de lo contrario. Tenemos aquí, a mi entender, un duro caballo de batalla que doblegar.
    Joseba Atxotegui indica y explica otros cinco duelos en su artículo que voy a enumerar aquí. Son los duelos debidos al cambio de lengua, al cambio de tierra, a la pérdida de estatus social, a la pérdida de contacto con el grupo étnico, y al debido a los riesgos físicos. De entre estos, con los ya enumerados anteriormente, hay algunos que están más relacionados entre sí que otros, y algunos también están más diferenciados del resto, pero todos y cada uno de ellos están presentes en mayor o menor grado en la persona inmigrante, acarreando una carga afectiva que debe ser soportada y trabajada para afrontar con éxito el futuro. Tal y como indica el autor en el texto, “la elaboración del duelo constituye una parte esencial del contacto adaptativo y creativo con la realidad, que es la base del equilibrio psíquico de todo ser humano”.
    Como contrapunto a los duelos que inevitablemente aparecen en el proceso migratorio, el autor también tiene presentes las esperanzas de cambio y mejora que impulsan precisamente dicho proceso. En última instancia se emigra por decisión propia, a la vista de las circunstancias, o como una consecuencia del conjunto de condicionantes presentes en el lugar de origen, y la esperanza es siempre mejorar, si bien el acto en sí desencadena irremediablemente una serie de estadios por los que se ha de pasar de una forma más o menos dolorosa.
    Para ir finalizando, creo que el artículo de Joseba Atxotegui describe de una forma muy acertada la situación o los sentimientos que afectan al inmigrante, ofreciendo variados ejemplos que vienen a poner de manifiesto lo que indica con cada uno de los diferentes tipos de duelo identificados. La utilidad de este artículo para el docente creo que es elevada, pues le ayuda a tomar conciencia de los sentimientos del alumnado inmigrante, a conocerlo, a comprender su estado de ánimo, de manera que pueda tenerlo en cuenta en sus aulas, en la preparación de sus clases, volviendo de nuevo a esa interculturalidad que persigue ser capaz de percibir la interdependencia y de interaccionar positivamente con la diversidad, la pluralidad y la diferencia, y que debe ser el objetivo de todos, de los aprendices y, cómo no, de los enseñantes.

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  3. REBECA GARCÍA
    Me ha parecido muy interesante tu comentario, Nerea, y muy acertada la elección del texto. Considero que cada vez estamos más acostumbrados a la presencia de inmigrantes en nuestro entorno. La sociedad actual nada tiene que ver ya con aquella otra en la que predominaban las personas que giraban la cabeza, extrañadas, cuando se encontraban a alguien de una etnia diferente paseando por la calle. En la actualidad, tomamos este hecho como algo natural y ya no nos sorprende en absoluto.
    Tendemos a pensar que, por este motivo, somos muy tolerantes y comprensivos. Sin embargo, considero que la realidad no es tan bonita como parece. Aceptar su presencia no es lo mismo que luchar por su integración y ayudar a que su vida aquí sea más fácil.
    Como bien has comentado, y citando las palabras del autor, “La migración es una situación de cambio que no tan sólo da lugar a ganancias y beneficios sino que también comporta una serie de tensiones y pérdidas a las que se denomina duelo”.
    Si realmente queremos ayudarles, debemos empezar por comprenderles. Entender su dolor, ser conscientes de todo lo que han perdido o dejado atrás, es el primer paso para lograr este objetivo. La lectura de este artículo aporta un granito de arena más a este proceso de comprensión, y nos sirve de estímulo para que abramos nuestras mentes y contribuyamos a la integración de estas personas.

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