Iranzu Crespo
Texto de referencia: Barroso García, Carlos, Fontecha
López, Mercedes; ADES (Asociación para la difusión del español en la cultura
hispánica) “La importancia de las
dramatizaciones en el aula ELE: una propuesta concreta de trabajo en clase”,
en ASELE, Actas X (1999), Centro Virtual Cervantes. (http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/asele/pdf/10/10_0105.pdf)
Introducción: las bases de esta actividad son, por un
lado, la interacción social, mediante el drama y la lengua, que favorecen tanto
el comportamiento social como las habilidades comunicativas, y el enfoque por
tareas, por otro, que fomenta el trabajo en grupo y favorece el aprendizaje del
español como L2 a través del teatro, del juego.
Existe una relación entre el teatro y la clase desde el
momento en el que hacemos de la oralidad el medio de enseñanza. La diferencia
entre los modelos tradicional y el actual de enseñanza es –o debe ser– que,
antes, el único actor era el profesor; ahora, toda la clase es un escenario
perfecto para la representación: y habrá que procurar que la simulación sea lo
más real posible para que la situación resulte útil al alumnado.
La propuesta desarrolla la dramatización (mediante unos
personajes, unas coordenadas espacio-temporales concretas, etc.) y la
improvisación (inventando espontáneamente) para la realización de la tarea,
aunque –nota importante– la tarea en sí (la representación teatral final) no
sea lo primordial. Esto es, lo que nos interesa es “jugar a hacer teatro” y
aprender español de forma divertida, no ensayar hasta tener una obra
perfectamente dominada para representarla ante un público.
Hacerlo de este modo informal motivará al alumnado, sin
llegar a bloquearlos por la presión, como decía, del público ante una
representación teatral formal; les hará más creativos y más autónomos.
El trabajo se divide en cuatro fases, previo
calentamiento y desinhibición.
1ª Elección. Entre profesor y alumnos,
elegirán la fuente a representar: teatro, poesía, noticias, música, fotos,
anécdotas, etc.
2ª Preparación. Los alumnos prepararán, sin
escribir ni memorizar, su dramatización: papeles a realizar, personales,
planificación de la historia, organización del decorado, etc.
3ª Representación. Los alumnos llevan a cabo
su representación jugando con cuantos elementos del aula les sea posible
emplear: luces, sonidos, ropas, objetos, etc.
4ª Evaluación. El profesor, una vez hechas
las dramatizaciones, hará las correcciones lingüísticas. Existe la posibilidad
de grabar en vídeo para facilitar el proceso de evaluación.
La propuesta sería idónea en una clase donde el nivel del
alumnado fuese lo suficientemente avanzado como para, al menos, comprender las
instrucciones y realizar con éxito las fases 2ª y 3ª.
Los ejercicios de calentamiento serán muy significativos
y tanto más útiles cuanto mejor organizados estén, para ayudar a los alumnos y
alumnas a entrar en el juego.
Algunas propuestas que hacen los autores de estas
dinámicas iniciadoras son:
- En una fiesta (relacionarse entre ellos como si
estuviesen en una fiesta);
- Primer día (presentarse entre ellos en su primer día en
el colegio, en la universidad, en el trabajo);
- Una inmobiliaria (dos compradores interesados discuten
por el alquiler/la compra de un piso);
- En un restaurante, en una tienda;
- Y tantas relaciones personales como se les ocurran
(amigos haciendo planes, un grupo haciendo un viaje, una pareja en su primera
cita, etc.).
Quería compartir este
artículo porque me parece, además de interesante, fundamental para asimilar la
actitud con la que un profesor –tanto de ELE como de otra materia–. Mi proyecto
de innovación docente se basa, precisamente, en estos presupuestos. El aula de
español, más que ninguna otra aula, es un espacio idóneo para permitirnos el
lujo de jugar con nuestros alumnos y de transmitirles a ellos contenidos
curriculares. ¿Quién pensaba que no era posible aprender la conjugación del
verbo ser en una situación de teatralización? O, ¿por qué no va a ser posible comprender
la estructura oracional del español? La situación es perfecta: nuestros alumnos
están en un contexto de inmersión lingüística y, además, propiciamos
situaciones de role playing para que
su aprendizaje sea significativo.
El teatro no es
únicamente un género literario; es una forma de darle sentido a todas las
materias del currículo. A través de él, además, pueden trabajarse las ocho
competencias básicas: en comunicación lingüística, competencia matemática,
en el conocimiento y la interacción con el mundo físico, tratamiento de la información
y competencia digital, competencia social y ciudadana, competencia cultural y
artística, competencia para aprender a aprender, y autonomía e iniciativa
personal.
¡Os animo a poner en
práctica esta buena idea de Carlos Barroso García y Mercedes Fontecha López!
Iranzu Crespo
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