domingo, 25 de mayo de 2014

Comentario de la lectura: Cassany, D. (1990). Enfoques didácticos para la enseñanza de la expresión escrita. Comunicación, lenguaje y educación. Núm. 6, Pp. 63-68.


LAURA MARÍA PÉREZ MARTÍNEZ

Cassany hace en este artículo un interesante repaso por los diferentes enfoques didácticos de la expresión escrita. De una forma breve y sencilla esboza los datos más relevantes para comprender las características de estos.

El autor se centra en cuatro enfoques, basado en la gramática, en las funciones, en el proceso y en el contenido. De todos sintetiza cinco aspectos: el origen; las características generales; la programación del curso; la práctica y ejercicios en clase; un ejemplo ilustrado y bibliografía relaciona con él.

Sin duda opino como él y no puedo estar más de acuerdo cuando dice: “Creo que la sabiduría esta en eclecticismo”. De todos los enfoques me quedo con algo. La gramática es relevante. Los alumnos tienen que escribir con corrección, pero no es único que importa. Asimismo, un enfoque basado solo en las funciones, dejaría de lado otros aspectos como la ortografía. Lo mismo ocurre si solo nos centramos en el proceso o en el contenido. Lo ideal es, como indica Cassany, “hacer una mezcla rara de todas las posibilidades”.

No obstante, de todos el que menos me atrae es el enfoque por contenidos ya que relaciona en alguno de sus movimientos el interés de los alumnos por la escritura con la obligación de su estudio. Si partimos de esta perspectiva, creo que se está prejuzgando a los alumnos y esto puede repercutir negativamente, no olvidemos el efecto Pigmalión. La cuestión es que los contenidos que se presenten sean atractivos para los estudiantes.

En este sentido plantea un ejercicio que consiste en escribir sobre una materia en concreto. La idea no es mala, pero depende de cómo se enfoque, ya que desde luego que las tradicionales copias del libro al cuaderno no son nada motivadoras.

Desde mi punto de vista, compartido con Cassany, el mejor enfoque es una mezcla. Quizá considero que la más adecuada para un alumno de ELE es centrarse mucho en la función al comienzo. Relacionar los contenidos con la situación y si se manda escribir un texto que sea verosímil, y que sirva de ejemplo por si en futuro se da esa situación. Conforme se avanza en conocimiento de la lengua iría dando también más importancia a la gramática. No obstante, desde el principio daría mucha relevancia al proceso, pero un matiz diferente. Es vital para su futuro que los adolescentes aprendan a aprender y este enfoque brinda esa posibilidad por la reflexión que conlleva.

Por último, he echado de menos nuevas corrientes y propuestas vinculadas con las nuevas tecnologías, seguramente se debe a la fecha de la publicación. En relación con este tema, he encontrado este otro artículo, que precisamente relaciona la expresión escrita en ELE con las TIC. Es realmente interesante como asocia la apatía de los alumnos a realizar ejercicios de escritura con la falta de interactividad con el profesor. Propone como solución E-assessment y explica todos los pasos para desarrollarlo.

Alejándome un poco del tema, pero un documento muy atractivo, os dejo este otro artículo sobre implementación de las TIC en Unidades Didácticas.


1 comentario:

  1. Laura, leyendo tu reflexión sobre Cassany, me ha venido a la mente otra lectura del mismo autor: Enseñar lengua, Barcelona, Graó, 1994, pp. 86 - 87.

    Programar es un proceso consciente y reflexivo de toma de decisiones sobre la enseñanza de la lengua y la literatura con el que se pretende dar justificación del trabajo transversal de las competencias básicas, de la selección y concreción de unos objetivos, de los contenidos, de proponer unas actividades que refuercen y complementen esos contenidos propuesto, y de evaluar atendiendo a los objetivos conseguidos y a las competencias básicas.
    Por su parte, evaluar supone, asimismo, un proceso de planificación de la actividad docente que requiere coherencia entre todos los elementos del diseño curricular. El objetivo no será, meramente, adquirir unos conocimientos, sino también unas competencias.

    El diseño es complejo y tiene un sentido profundo, que se basa en tres puntos: 1) el escenario pedagógico no se suscribe al aula únicamente; la educación concluye con la defunción, y se inicia al nacer. Es, por tanto, un proceso muy amplio. 2) Los conocimientos se adquieren, no se van sumando, puesto que el conocimiento se constituye a través de redes conceptuales mediante todo el bagaje anterior, y se hibridiza con la simultaneidad. 3) Se trata de un proceso que no es del todo consciente ni previsible. Con todo, es necesario prever y transmitir conocimientos.
    A pesar de que tratemos de establecer un diseño estructurado, analizado, es posible que los resultados que consigamos no sean los que esperamos. Nuestra labor, en un proceso de interacción, deberá –y de hecho estará– estar constantemente retroalimentado.

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