lunes, 2 de junio de 2014

Reseña y reflexión sobre el artículo “La inmersión de Bogdan: reflexiones interculturales y afectivas”, de Pilar García García.

           José Rafael León Prieto


 Este artículo es uno de los recomendados dentro del Tema 1 de la asignatura Enseñanza del español como lengua de aprendizaje para alumnado inmigrante, dentro del punto segundo, en el que se analizan los factores que afectan al proceso de adquisición de L2 en el contexto escolar. Podemos encontrarlo concretamente en la dirección http://www.um.es/glosasdidacticas/doc-es/04pgarcia.pdf.
            El motivo de que lo haya elegido para indicar su contenido y comentarlo es que me interesa especialmente cómo la inmersión cultural y lingüística a que necesariamente se ven sometidos los inmigrantes al llegar a un nuevo país puede efectivamente influenciar en el desarrollo de estos como personas integradas dentro de la sociedad. Además, me ha alegrado decidirme por él ya que, una vez leído y analizado, me parece un buen resumen del espíritu global de la asignatura.
            El artículo está dividido en seis apartados principales que son: Introducción, Inmersión, Factores relacionados con el alumno, Intercultura, Bogdan, y Conclusión.
            En el apartado de Introducción la autora indica cuál va a ser el objetivo del artículo, que no es otro más que reflexionar sobre los diversos espacios afectivos existentes en torno al aprendizaje de los alumnos inmigrantes en contextos escolares, que influyen, como no puede ser de otra manera, en la futura integración de estos alumnos en la comunidad en la que llevan a cabo su vida. Para llevar a cabo esta reflexión, Pilar García se sirve de los sentimientos reflejados por Bogdan, un niño rumano inmigrante en España. Aparecen de esta forma aspectos tales como sus miedos ante lo desconocido y la inevitable comparación con lo que ya conoce, la necesidad de utilización de la lengua entendida como conocimientos lingüísticos para desenvolverse en su entorno, o el reto que supone la adaptación al medio, esto es, el esfuerzo necesario para seguir un proceso formativo que emplea una lengua y una cultura diferentes de las que ha conocido hasta el momento.
            El inmigrante no se enfrenta al aprendizaje de una lengua extranjera, sino al de una segunda lengua, y es que necesita aprenderla para relacionarse con el resto de la comunidad educativa, con sus profesores, con sus compañeros, con sus nuevos amigos, etc. De este modo, el objetivo del aprendizaje queda fijado en ser capaz de comunicar, de entender a los demás y de entenderse a sí mismo. El destino final no es mimetizarse con el entorno, ser aceptado como un nativo más y participar así del nuevo entorno social, sino el ser capaz de establecer lazos entre su propia cultura y otras, el poder mediar y explicar las diferencias existentes, aceptando esas diferencias y entendiéndolas como esencia misma de la especie humana.
            En el segundo apartado del artículo la autora establece dos diferentes modelos de inmersión. Uno que denomina “inmersión total temprana” y otro consistente en una inmersión en la que existe un predominio de la lengua materna como principal lengua de relación. Fijando el primero de ellos como objetivo o, mejor dicho, como realidad del inmigrante que estudia en nuestras aulas, desde el punto de vista lingüístico, la autora identifica algún inconveniente no menor para su aplicación, aunque también aporta una serie de ideas que, como indicaba ya al principio de este comentario, viene a constituir lo que a mi entender es el eje del espíritu de la asignatura de Enseñanza del español como lengua de aprendizaje para alumnado inmigrante. Estas ideas son:
-       Utilización del enfoque comunicativo.
-       Fomento de la adquisición de una L2 sin pretender sustituir a la L1.
-       Respeto de las culturas origen y destino.
-       Facilitación de la comprensión mutua entre las culturas y nacionalidades presentes en el aula.
-       Impulso de una actitud abierta y participativa tanto en nativos como en no nativos.
-       Fomento de una actitud positiva y solidaria de todos con todos.
-       Ofrecimiento de apoyo suplementario, generalmente lingüístico.
Ya en el apartado de Factores relacionados con el alumno, la autora vuelve a incidir, en primer lugar, en que el hecho no es la diferencia de idioma, sino la diferencia de cultura. Esta circunstancia plantea tres aspectos principales que deben ser cuidados por el docente, cuya labor entonces pasa a ser de especial relevancia. Se trata de promover la confianza del alumno inmigrante en sí mismo para animarlo a participar y comunicarse, de cuidar especialmente su motivación, que será la que lo lleve a querer implicarse en el entorno que se le brinda; y de no descuidar las experiencias de vida previas del alumno, haciéndolas útiles y relevantes en su presente y futuro. La combinación de estas tres ideas esboza una dimensión afectiva que lleva a centrar la atención en:
-       Los factores individuales que puedan caracterizar a cada alumno.
-       Los procesos interculturales que se establecen en el contacto entre varias lenguas y referentes culturales.
-       Fomentar un aprender a pensar, sentir y enseñar de forma reflexiva.
-       La dinámica de grupos y el trabajo colaborativo.
-       La afectividad en contextos educativos, tanto en líneas de trabajo en el aula como en materiales empleados.
En el apartado de Intercultura la autora avisa en primer lugar de los peligros que corre el alumno inmigrante al desembarcar en un entorno y cultura distintos de los de su origen. Dadas las circunstancias, es muy fácil caer en un estado de crisis de identidad, pues el tomar conciencia de la existencia de dos mundos, y vivir, de hecho, entre ellos, no deja de presentar constantemente una serie de conflictos culturales que deben ser manejados y digeridos por la persona. Bajo este hecho, el objetivo fundamental debe ser, tal y como se ha indicado en clase, ser capaz de percibir la interdependencia y tener la necesidad de interaccionar positivamente con la diferencia, la pluralidad y la diversidad.
En este escenario, el aprendizaje de la lengua es, como no puede ser de otra manera, fundamental, pues es la herramienta que sirve para comunicarse con los demás, para aportar cultura propia y para conocer cultura ajena, para participar, en definitiva, en la relación con los demás y con el medio intercultural en el que se desenvuelve la persona, y, en último término, para enriquecerse personalmente.
El quinto apartado del artículo, Bogdan, es empleado por la autora para, a la luz de lo que observa según los sentimientos reflejados en la palabras del propio niño Bogdan, establecer una serie de ideas acerca de qué se debe hacer en el aula para facilitar y promover la integración del inmigrante así como para el desarrollo de ese conocimiento intercultural que dé lugar a personas completamente desarrolladas y preparadas para la realidad actual. De alguna manera lo que hace es volver a incidir en lo que ya ha ido presentando a lo largo del texto estableciendo a la vez posibles pautas de comportamiento para los docentes. Así, el trabajo intercultural debe llevar a:
-       Asumir las diversidades lingüísticas y culturales del alumnado.
-       Dar importancia a los conocimientos previos del alumno, sus experiencias, su valores, sus vínculos afectivos…, su cultura, en definitiva.
-       Crear un clima de aula que fomente la participación y la interacción entre alumnos, estimulando la escucha activa entre ellos y las relaciones interpersonales entre individuos procedentes de diferentes culturas, brindando de este modo una sensación de seguridad y confianza que ayude a afrontar y superar los retos planteados.
-       Trabajar las actitudes entre los miembros de la clase, nativos y no nativos, siempre teniendo presente una premisa de respeto y acogida a todos por igual, y fomentando la cooperación y el trabajo mutuo entre compañeros.
-       Prestar atención a las distintas estrategias y estilos de aprendizaje para facilitarlos en cualquier caso, utilizando materiales y herramientas educativas apropiadas.
-       Presentar contenidos y actividades que tengan interés y sentido para el alumno, adaptando su complejidad y contenido al mismo, teniendo en cuenta su capacidad de procesamiento, el tiempo disponible y el contexto en el que todo se lleva a cabo.
La autora finaliza este apartado sacando a escena de nuevo la realidad del alumno inmigrante, que no es otra más que esa existencia entre dos tierras, entre dos culturas, que debe asumir y compatibilizar y que, sin duda, si no es bien trabajada, puede producir ese conflicto de identidad que ya nombró antes.
En el último apartado, titulado Conclusión, la autora del artículo hace lo propio, y vuelve a exponer de una forma muy rápida y resumida lo que ya se ha indicado hasta aquí.
Como dije al principio, el artículo me ha parecido un buen resumen global del espíritu de la asignatura, haciéndolo muy útil, por tanto, tanto para el principio de la misma, a modo de introducción y aviso para navegantes, como para el final, a modo de resumen o compendio de aspectos básicos a tener en cuenta ya no sólo en la enseñanza del español como segunda lengua, sino en la práctica docente en general, sea cual sea la asignatura que se imparta, pues en todas ellas el docente encontrará, cada día más, ese alumnado inmigrante que supone un reto añadido a la ya de por sí complicada labor de enseñar. En algún otro artículo hemos leído que enseñar la lengua no debería ser sólo cuestión que afecte a los profesores de lengua, sino que todos los docentes de todas las asignaturas deben verse involucrados en esa enseñanza del idioma, y no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación.
Volviendo al artículo de Pilar García, creo que apunta acertadamente a todos los aspectos que se deben tener presentes en la enseñanza cuando se tienen alumnos inmigrantes en el aula. No se trata de personas sin pasado, y necesitan especialmente que se les brinden herramientas que les permitan poder comunicarse afectiva y efectivamente, aportando y recibiendo, dando y tomando. Y hablamos más de cultura que de conocimientos específicos, pues la física y la química están ahí, y también las ciencias sociales, la filosofía o la historia, pero para poder acercárselas, para poder ponerlas al alcance de su mano, es necesario que creemos el ambiente y el clima de aula necesario, que establezcamos unas bases sólidas y duraderas asumidas y aceptadas por todos, tanto profesores como alumnos, tanto nativos como no nativos. Debe establecerse una cultura del respeto, del reconocimiento de la diversidad y del aprecio a la misma, una conciencia colectiva de necesidad de interacción positiva que será la que configure finalmente una sociedad multicultural que integre de una forma real y efectiva a todos los miembros de la misma sin dependencia de su origen o cultura.

En definitiva, y sin querer extenderme más, un artículo muy completo y muy recomendable para todos aquellos que queramos un día ejercer la profesión docente y brindar a todos nuestros alumnos por igual, nativos y no nativos, las herramientas necesarias para su desarrollo como personas dentro de la sociedad.

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