José Rafael León Prieto
Este
artículo es uno de los recomendados dentro del Tema 1 de la asignatura Enseñanza del español como lengua de
aprendizaje para alumnado inmigrante, dentro del punto segundo, en el que
se analizan los factores que afectan al proceso de adquisición de L2 en el
contexto escolar. Podemos encontrarlo concretamente en la dirección http://www.um.es/glosasdidacticas/doc-es/04pgarcia.pdf.
El
motivo de que lo haya elegido para indicar su contenido y comentarlo es que me
interesa especialmente cómo la inmersión cultural y lingüística a que
necesariamente se ven sometidos los inmigrantes al llegar a un nuevo país puede
efectivamente influenciar en el desarrollo de estos como personas integradas
dentro de la sociedad. Además, me ha alegrado decidirme por él ya que, una vez
leído y analizado, me parece un buen resumen del espíritu global de la
asignatura.
El
artículo está dividido en seis apartados principales que son: Introducción,
Inmersión, Factores relacionados con el alumno, Intercultura, Bogdan, y
Conclusión.
En
el apartado de Introducción la autora indica cuál va a ser el objetivo del
artículo, que no es otro más que reflexionar sobre los diversos espacios
afectivos existentes en torno al aprendizaje de los alumnos inmigrantes en
contextos escolares, que influyen, como no puede ser de otra manera, en la
futura integración de estos alumnos en la comunidad en la que llevan a cabo su
vida. Para llevar a cabo esta reflexión, Pilar García se sirve de los
sentimientos reflejados por Bogdan, un niño rumano inmigrante en España.
Aparecen de esta forma aspectos tales como sus miedos ante lo desconocido y la
inevitable comparación con lo que ya conoce, la necesidad de utilización de la
lengua entendida como conocimientos lingüísticos para desenvolverse en su
entorno, o el reto que supone la adaptación al medio, esto es, el esfuerzo
necesario para seguir un proceso formativo que emplea una lengua y una cultura
diferentes de las que ha conocido hasta el momento.
El
inmigrante no se enfrenta al aprendizaje de una lengua extranjera, sino al de
una segunda lengua, y es que necesita aprenderla para relacionarse con el resto
de la comunidad educativa, con sus profesores, con sus compañeros, con sus
nuevos amigos, etc. De este modo, el objetivo del aprendizaje queda fijado en
ser capaz de comunicar, de entender a los demás y de entenderse a sí mismo. El
destino final no es mimetizarse con el entorno, ser aceptado como un nativo más
y participar así del nuevo entorno social, sino el ser capaz de establecer
lazos entre su propia cultura y otras, el poder mediar y explicar las
diferencias existentes, aceptando esas diferencias y entendiéndolas como
esencia misma de la especie humana.
En
el segundo apartado del artículo la autora establece dos diferentes modelos de
inmersión. Uno que denomina “inmersión total temprana” y otro consistente en
una inmersión en la que existe un predominio de la lengua materna como
principal lengua de relación. Fijando el primero de ellos como objetivo o,
mejor dicho, como realidad del inmigrante que estudia en nuestras aulas, desde
el punto de vista lingüístico, la autora identifica algún inconveniente no
menor para su aplicación, aunque también aporta una serie de ideas que, como
indicaba ya al principio de este comentario, viene a constituir lo que a mi
entender es el eje del espíritu de la asignatura de Enseñanza del español como lengua de aprendizaje para alumnado
inmigrante. Estas ideas son:
-
Utilización
del enfoque comunicativo.
-
Fomento
de la adquisición de una L2 sin pretender sustituir a la L1.
-
Respeto
de las culturas origen y destino.
-
Facilitación
de la comprensión mutua entre las culturas y nacionalidades presentes en el
aula.
-
Impulso
de una actitud abierta y participativa tanto en nativos como en no nativos.
-
Fomento
de una actitud positiva y solidaria de todos con todos.
-
Ofrecimiento
de apoyo suplementario, generalmente lingüístico.
Ya en el apartado de
Factores relacionados con el alumno, la autora vuelve a incidir, en primer
lugar, en que el hecho no es la diferencia de idioma, sino la diferencia de
cultura. Esta circunstancia plantea tres aspectos principales que deben ser
cuidados por el docente, cuya labor entonces pasa a ser de especial relevancia.
Se trata de promover la confianza del alumno inmigrante en sí mismo para
animarlo a participar y comunicarse, de cuidar especialmente su motivación, que
será la que lo lleve a querer implicarse en el entorno que se le brinda; y de
no descuidar las experiencias de vida previas del alumno, haciéndolas útiles y
relevantes en su presente y futuro. La combinación de estas tres ideas esboza
una dimensión afectiva que lleva a centrar la atención en:
-
Los
factores individuales que puedan caracterizar a cada alumno.
-
Los
procesos interculturales que se establecen en el contacto entre varias lenguas
y referentes culturales.
-
Fomentar
un aprender a pensar, sentir y enseñar de forma reflexiva.
-
La
dinámica de grupos y el trabajo colaborativo.
-
La
afectividad en contextos educativos, tanto en líneas de trabajo en el aula como
en materiales empleados.
En el apartado de
Intercultura la autora avisa en primer lugar de los peligros que corre el
alumno inmigrante al desembarcar en un entorno y cultura distintos de los de su
origen. Dadas las circunstancias, es muy fácil caer en un estado de crisis de
identidad, pues el tomar conciencia de la existencia de dos mundos, y vivir, de
hecho, entre ellos, no deja de presentar constantemente una serie de conflictos
culturales que deben ser manejados y digeridos por la persona. Bajo este hecho,
el objetivo fundamental debe ser, tal y como se ha indicado en clase, ser capaz
de percibir la interdependencia y tener la necesidad de interaccionar
positivamente con la diferencia, la pluralidad y la diversidad.
En este escenario, el
aprendizaje de la lengua es, como no puede ser de otra manera, fundamental,
pues es la herramienta que sirve para comunicarse con los demás, para aportar
cultura propia y para conocer cultura ajena, para participar, en definitiva, en
la relación con los demás y con el medio intercultural en el que se desenvuelve
la persona, y, en último término, para enriquecerse personalmente.
El quinto apartado del
artículo, Bogdan, es empleado por la autora para, a la luz de lo que observa
según los sentimientos reflejados en la palabras del propio niño Bogdan,
establecer una serie de ideas acerca de qué se debe hacer en el aula para
facilitar y promover la integración del inmigrante así como para el desarrollo
de ese conocimiento intercultural que dé lugar a personas completamente
desarrolladas y preparadas para la realidad actual. De alguna manera lo que
hace es volver a incidir en lo que ya ha ido presentando a lo largo del texto
estableciendo a la vez posibles pautas de comportamiento para los docentes.
Así, el trabajo intercultural debe llevar a:
-
Asumir
las diversidades lingüísticas y culturales del alumnado.
-
Dar
importancia a los conocimientos previos del alumno, sus experiencias, su
valores, sus vínculos afectivos…, su cultura, en definitiva.
-
Crear
un clima de aula que fomente la participación y la interacción entre alumnos,
estimulando la escucha activa entre ellos y las relaciones interpersonales
entre individuos procedentes de diferentes culturas, brindando de este modo una
sensación de seguridad y confianza que ayude a afrontar y superar los retos
planteados.
-
Trabajar
las actitudes entre los miembros de la clase, nativos y no nativos, siempre
teniendo presente una premisa de respeto y acogida a todos por igual, y
fomentando la cooperación y el trabajo mutuo entre compañeros.
-
Prestar
atención a las distintas estrategias y estilos de aprendizaje para facilitarlos
en cualquier caso, utilizando materiales y herramientas educativas apropiadas.
-
Presentar
contenidos y actividades que tengan interés y sentido para el alumno, adaptando
su complejidad y contenido al mismo, teniendo en cuenta su capacidad de
procesamiento, el tiempo disponible y el contexto en el que todo se lleva a
cabo.
La autora finaliza este apartado
sacando a escena de nuevo la realidad del alumno inmigrante, que no es otra más
que esa existencia entre dos tierras, entre dos culturas, que debe asumir y
compatibilizar y que, sin duda, si no es bien trabajada, puede producir ese
conflicto de identidad que ya nombró antes.
En el último apartado,
titulado Conclusión, la autora del artículo hace lo propio, y vuelve a exponer
de una forma muy rápida y resumida lo que ya se ha indicado hasta aquí.
Como dije al principio, el
artículo me ha parecido un buen resumen global del espíritu de la asignatura,
haciéndolo muy útil, por tanto, tanto para el principio de la misma, a modo de
introducción y aviso para navegantes, como para el final, a modo de resumen o compendio
de aspectos básicos a tener en cuenta ya no sólo en la enseñanza del español
como segunda lengua, sino en la práctica docente en general, sea cual sea la
asignatura que se imparta, pues en todas ellas el docente encontrará, cada día
más, ese alumnado inmigrante que supone un reto añadido a la ya de por sí
complicada labor de enseñar. En algún otro artículo hemos leído que enseñar la
lengua no debería ser sólo cuestión que afecte a los profesores de lengua, sino
que todos los docentes de todas las asignaturas deben verse involucrados en esa
enseñanza del idioma, y no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación.
Volviendo al artículo de
Pilar García, creo que apunta acertadamente a todos los aspectos que se deben
tener presentes en la enseñanza cuando se tienen alumnos inmigrantes en el
aula. No se trata de personas sin pasado, y necesitan especialmente que se les
brinden herramientas que les permitan poder comunicarse afectiva y
efectivamente, aportando y recibiendo, dando y tomando. Y hablamos más de
cultura que de conocimientos específicos, pues la física y la química están
ahí, y también las ciencias sociales, la filosofía o la historia, pero para
poder acercárselas, para poder ponerlas al alcance de su mano, es necesario que
creemos el ambiente y el clima de aula necesario, que establezcamos unas bases
sólidas y duraderas asumidas y aceptadas por todos, tanto profesores como alumnos,
tanto nativos como no nativos. Debe establecerse una cultura del respeto, del
reconocimiento de la diversidad y del aprecio a la misma, una conciencia
colectiva de necesidad de interacción positiva que será la que configure
finalmente una sociedad multicultural que integre de una forma real y efectiva
a todos los miembros de la misma sin dependencia de su origen o cultura.
En definitiva, y sin
querer extenderme más, un artículo muy completo y muy recomendable para todos
aquellos que queramos un día ejercer la profesión docente y brindar a todos
nuestros alumnos por igual, nativos y no nativos, las herramientas necesarias
para su desarrollo como personas dentro de la sociedad.
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