jueves, 5 de junio de 2014

COMENTARIO DE LA ENTREVISTA A MICHÈLE PETIT

Sophie COURTADE


Esta entrevista se abre con una pregunta acerca del doble discurso que existe respecto a la lectura, haciendo un paralelismo entre la “obligación” de leer, y la prohibición o la exclusión que puede existir en la práctica.
Según Michèle Petit, el discurso del “hay que leer” corre el peligro de que los jóvenes vayan por el camino opuesto, debido a la presión que puede llegar a traer esta tarea. La antropóloga admite que “si hoy fuera adolescente, ante estos discursos que se repiten hasta el hartzago de que “hay que leer”, [se] iría a jugar a los videojuegos en vez de leer”. En efecto, y tal como lo expresa el título de esta entrevista, el gusto de leer no se enseña, sino que se transmite. Petit insiste sobre la dimensión afectiva de la atracción por esta actividad, ya sea por el misterio que conlleva el hecho de ver a una persona leyendo, o por los hábitos adquiridos en la infancia, con algún familiar, mediante la lectura oral de cuentos por ejemplo.
Así, la expresión “construcción del lector” no le parece relevante, ya que, según ella, no se puede “construir” un lector desde fuera, sino que se le proporciona el material para que él mismo realice este trabajo. A leer se aprende leyendo, y es mediante esta actividad que uno tiene la oportunidad de construirse, desarrollar su espíritu crítico. Un buen lector no necesariamente es un lector que se “come” dos libros a la semana, sino más bien, que es capaz de leer de forma eficaz y útil, alimentando su desarrollo personal y humano con los conocimientos y destrezas adquiridos mediante la práctica de la lectura. Cada uno encuentra su propio sentido frente a las lecturas realizadas.
Michèle Petit también evoca el “placer de leer”, destacando el peligro que puede existir en esta expresión. Dando el ejemplo de “una persona que ha crecido en un medio alejado de la cultura escrita y que le cuesta leer”, explica que esta expresión puede llevar a esta persona a sentirse excluida. En efecto, para las personas que hayan vivido experiencias traumatizantes, violentas etc., el ejercicio de la lectura conlleva más utilidad que placer. No sólo sirve como actividad de ocio, sino que puede ayudar “desencadenar” (según las palabras de la propia Michèle Petit) los acontecimientos que uno haya vivido, o sufrido, dándoles sentido, y llevando a contarlos y comentarlos, para poder reconstruirse como ser humano. No siempre es fácil contar lo que a uno le pasa en el interior, y la lectura es una, o la mejor manera de encontrar las palabras justas, para poder compartir las experiencias.
Para terminar la entrevista, Michèle Petit aporta precisiones sobre su discurso acerca de lo benéfico que es la lectura, poniendo de relieve que la lectura en sí, no cambia el mundo ni la Historia, pero que contribuye a que los seres humanos sean capaces de hacerlo, o, por lo menos, de desarrollarse como personas dentro del mundo en el que vivimos. En efecto, mediante la lectura, cada uno puede estar al tanto de lo que pasa en su entorno, comarca, país etc., y puede actuar en consecuencia, para no dejarse llevar por los acontecimientos, sino más bien, ser el amo de su propio camino. 

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