jueves, 5 de junio de 2014

Comentario sobre el artículo "Aprendizaje cooperativo ELE", de Cassany

REBECA GARCÍA

El artículo trata de explicar brevemente los aspectos más relevantes del aprendizaje cooperativo (AC), haciendo un resumen de su origen y fundamentación, sus principales principios psicopedagógicos y algunas propuestas prácticas, además de su aplicación en las aulas de aprendizaje del español como lengua extranjera o como segunda lengua.
Esta propuesta metodológica tiene su origen en Inglaterra, donde empezó a trabajarse en grupos cooperativos, y posteriormente se trasladó a EEUU, alcanzando un gran desarrollo. Entre los autores de referencia, cabe destacar la labor de David W. Johnson y Roger T. Johnson, Robert Slavin, o Stephan Kagan.
En su artículo, el autor resalta el hecho de que el AC surge en contraposición a la concepción educativa predominante en el momento, que ponía énfasis en los siguientes aspectos:
-          el individualismo.
-          la memorización sin razonamiento ni reflexión.
-          la competición entre estudiantes, de forma que cada uno es evaluado en comparación con el resto de compañeros.
-          la búsqueda de objetividad, con métodos de evaluación automatizados y siguiendo normas estrictas.
En este sistema obsoleto, el estudiante no tiene que razonar, pensar o discutir; sólo memoriza, de manera que puede completar un ciclo educativo sin haber tenido que desarrollar habilidades sociales, o sin haber madurado un pensamiento reflexivo y analítico.
El AC pretende influir positivamente en el desarrollo de las habilidades sociales y sobre las dificultades y conflictos que presenta un aula con alumnos de etnias, lenguas, religiones y culturas diversas. Las técnicas de AC intentan fomentar la interacción entre los estudiantes dentro del aula, para favorecer el conocimiento intercultural y la integración, además de incrementar y mejorar el aprendizaje.
Para formar los grupos se mezclan criterios sociales (raza, cultura, sexo, nivel socioeconómico) y académicos (nivel de conocimientos y habilidades, intereses, formación, calificaciones) buscando la máxima heterogeneidad entre los miembros de los equipos.
Por otra parte, las investigaciones demuestran que el AC obtiene mejores resultados en otros aspectos: tanto los estudiantes mejores como los peores mejoran sus resultados académicos, desarrollan relaciones más comprometidas con sus compañeros y muestran más autoestima.
A modo de síntesis, los propósitos generales del AC se pueden resumir en los siguientes puntos:
1.       Fomentar la cooperación.
2.       Fomentar la integración de los diferentes grupos entre sí, dentro y fuera de la clase.
3.       Fomentar una enseñanza más reflexiva, basada en las habilidades y no tanto en la memorización de contenidos.
Resulta fundamental destacar la aportación de Johnson y Johnson (1994:22), autores que identifican cinco componentes básicos en la cooperación:
a)      Interdependencia positiva: los estudiantes deben comprender que sus propósitos, intereses, tareas y recursos están vinculados con los de sus compañeros de grupo y de clase. La tarea debe estructurarse de modo que cada miembro del equipo deba cumplir inevitablemente una parte; la evaluación de los resultados debe hacerse de modo que las calificaciones de los miembros del equipo sean interdependientes; los recursos se pueden repartir entre los miembros del equipo, de modo que todos deban utilizar su parte; y pueden establecerse distintos roles que pueden atribuirse a miembros diferentes.
b)      Interacción cara a cara estimuladora o constructiva: las tareas deben incorporar interacciones reales entre los miembros de un equipo.
c)       Técnicas de comunicación interpersonal y de pequeño grupo o destrezas sociales: conversación oral, saber escuchar, saber negociar en situaciones de conflicto, etc.
d)      Responsabilidad individual y grupal: cada miembro debe asumir su responsabilidad en la tarea, aportar al grupo y ayudar al resto, mientras que cada equipo debe responsabilizarse de realizar las tareas de manera completa y de que todos sus miembros consigan completarlas.
e)      Control metacognitivo del grupo. El grupo debe evaluar periódicamente y de manera continuada su forma de trabajar (las aportaciones de cada miembro, las intervenciones que resultan más provechosas para todos, los puntos fuertes y débiles de cada miembro, las estrategias de ayuda, etc.). El conocimiento de estos datos permite mejorar el funcionamiento del equipo y progresar en su aprendizaje.

En otro apartado, el autor presenta algunos recursos muy interesantes usados en AC, a modo de ejemplo, de acuerdo con las diferentes etapas de constitución de los equipos o con las funciones que desarrollan. Este conjunto de tareas y recursos permite gestionar de manera eficaz las actividades de AC y las diferentes dificultades que plantea el día a día en el aula.
-          Formación de grupos y construcción de la identidad:
a)      En el AC formal se pueden constituir los grupos a partir de criterios objetivos, como el expediente académico o el origen sociocultural.
b)      Con AC informal podemos utilizar criterios más inmediatos: mezclar hombres con mujeres, mayores con jóvenes, experimentados con novatos, estudiantes con diferentes L1, etc.
-          Formación en destrezas sociales. La etapa de desarrollo de las destrezas sociales del equipo es la que ofrece más recursos y tareas útiles para el docente de lengua. Se ofrecen varios ejemplos clasificados en:
1.       Habilidades dialogales. Se trata de ejercicios de corte humanista para desarrollar microhabilidades orales en pareja.
2.       Habilidades de conversación. Son tareas específicas para desarrollar las microhabilidades de la conversación en grupo.
3.       Habilidades escritas. Son tareas que fomentan el uso de la escritura cooperativa como herramienta de aprendizaje.

Periódicamente y después de algunas de estas tareas, se deben incluir actividades de evaluación para desarrollar la metacognición del alumno y del grupo. Se pueden plantear preguntas como: ¿cuál ha sido tu aportación al grupo en esta tarea?; señala un aspecto positivo (algo que hayas aportado al grupo) y otro mejorable (algo en lo que debas mejorar para aportar más al grupo).

-          Trabajo cooperativo. Cuando el grupo se ha convertido en equipo y ya está listo para la cooperación, se plantean actividades con los objetivos de fomentar el aprendizaje de los contenidos que se plantean en cada caso y de fomentar la interacción y el debate entre los miembros del equipo. Algunas de las actividades que propone el autor son  el rompecabezas, la solución de problemas, la limitación de recursos…
-          Gestión del aula. Se especifican algunos recursos prácticos para gestionar la dinámica de los grupos:
a)      Identificar cada miembro del equipo, otorgándole un número a cada uno y asignando una tarea concreta a cada número.
b)      Instrucciones escritas para una determinada tarea, que se entregan a un miembro del equipo para que las transmita a sus compañeros.
c)       Control del movimiento del aula. Uno de las dificultades del AC es saber mover eficazmente al grupo de estudiantes, consiguiendo que todos escuchen al mismo tiempo, que los grupos trabajen de modo armónico, etc. Se proponen soluciones como establecer un orden de instrucciones, el control de espacios, respeto de turnos de palabra…

Por último, el autor termina con algunas reflexiones personales sobre el AC en los contextos de aprendizaje del español como LE o L2.
Entre sus ideas, me parece fundamental resaltar la concepción humanista. Pensar que detrás de cada estudiante hay una persona que proyecta su personalidad en el idioma objeto de aprendizaje resulta de vital importancia para dar sentido a toda la actividad en el aula. Adoptar este punto de vista permite incorporar a la clase de lengua conceptos que la investigación lingüística y psicopedagógica, centrada en la búsqueda de eficacia, había olvidado o dejado en un segundo plano. No se trata solo de que el alumno aprenda y se pueda comunicar con éxito en español, sino también de que sea feliz, de que se sienta cómodo en el aula, con sus compañeros y el docente, y de que salga satisfecho de cada clase. Podemos conseguir estos objetivos de modo mucho más fácil con actividades que le permitan aportar sus conocimientos y puntos de vista al grupo, que le permitan desarrollar interacciones satisfactorias con sus compañeros, que le faciliten la proyección de su personalidad, etc.
Otra idea importante es entender que el aprendizaje cooperativo es la manera más coherente de aprendizaje, ya que se corresponde con la organización social de las comunidades humanas. Es obvio que el uso del lenguaje es una tarea solo cooperativa y que no hay otra forma de adquirirlo que a través de la interacción con la comunidad.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el AC es un complemento perfecto al enfoque por tareas para el aprendizaje del español, puesto que aporta soluciones prácticas y técnicas a los problemas de interacción que puedan presentar las diferentes actividades de aula.

En resumen, me ha parecido un artículo sumamente interesante, y considero que sintetiza a la perfección los aspectos más básicos del Aprendizaje Cooperativo, permitiendo comprender mejor esta metodología. Además, aporta una serie de ejemplos muy interesantes de tareas y formas de solucionar los principales problemas que pueden surgir en el aula al aplicar este tipo de metodología. El artículo ofrece soluciones y consigue fomentar el interés por el Aprendizaje Cooperativo, por lo que animo al resto de compañeros a leerlo en profundidad.


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