Javier Pablo Navarro
El artículo principal que me ha impulsado a realizar este comentario es “Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera” de Arnold. El texto se fundamenta en las variables afectivas que influyen en el proceso de adquisición de una lengua. Es interesante centrarse en observar cómo justifica la fusión entre los aspectos cognitivos y emocionales, la visión que da sobre la autoestima y los estilos de aprendizaje, y especialmente el papel que le otorga a la ansiedad como uno de los elementos clave para el aprendizaje de una segunda lengua. ¿Hasta qué punto la ansiedad puede ser relevante para la enseñanza del español?
En primer lugar debemos preguntarnos cuál es la raíz de la aparición de ese factor. Podría asociarse a las actividades llevadas a cabo en el aula, a la actitud del docente, a los estilos de aprendizaje o a la personalidad. En cualquier caso, parece ser un conjunto de pensamientos y sentimientos originados del prejuicio y el miedo ante la realización de tareas que conllevan al aprendizaje de una lengua extranjera. Cuando un alumno comienza a estudiar una lengua se encuentra con dificultades que le pueden ocasionar nerviosismo. Si estas situaciones tienen lugar de modo repetido, entonces el estudiante asocia la ansiedad con la lengua meta y con el aprendizaje de la misma. Por ello, podemos afirmar que la ansiedad ante una nueva lengua se genera a partir de experiencias negativas y reiteradas.
Una de las muchas clasificaciones de los tipos de ansiedad que existen es la que engloba la aprensión comunicativa, la ansiedad ante el miedo al fracaso en los exámenes y el miedo ante la evaluación negativa. Sin embargo, la división a la que hace referencia Arnold apunta en la dirección de establecer, como algunos autores, una ansiedad facilitadora y una debilitadora. La primera se corresponde con aquella que promueve una tensión necesaria para fomentar el esfuerzo en una determinada tarea pero no para obstaculizar su realización. Sin embargo, la debilitadora, que es a la que normalmente nos referimos y que debemos disminuir, perjudica al alumno hasta el punto de ocasionarle preocupación, duda y evasión del uso de la lengua.
¿Cuáles son las causas? Los rasgos de personalidad pueden originar un grado de ansiedad suficiente para rechazar el aprendizaje de una segunda lengua. Por ejemplo, algunos estudiantes, que se encuentran relajados ante exámenes de todas las materias, experimentan insomnio, estrés o una preocupación desmesurada frente a pruebas orales de una lengua extranjera. Estos alumnos suelen sufrir un sentimiento de incapacidad de expresarse en la lengua meta.
¿Cuáles son las consecuencias? La ansiedad está íntimamente relacionada con el estudio y condiciona el rendimiento académico de modo que repercute en el éxito del aprendizaje. En ocasiones, surge una dificultad adicional que impide el procesamiento de nueva información fruto de los pensamientos de fracaso o preocupación. Los efectos de la ansiedad se suelen dividir en físicos, psicológicos y
sociales. Entre las consecuencias físicas encontramos dificultad respiratoria, palpitaciones, sonrojo o sudoración; entre los efectos psicológicos se hallan la inseguridad o el temor a perder el control; y, en cuanto a los sociales podemos advertir la evitación a la participación, no respondiendo a preguntas o teniendo conductas absentistas.
Como futuros docentes, debemos tomar en consideración estos síntomas, pues serán un indicativo de la existencia de ansiedad en los alumnos. No obstante, para detectarla también se puede utilizar la llamada “Foreign Language Classroom Anxiety Scale” propuesta por Horwitz, escala que consiste en una prueba con una serie de preguntas y que mide el grado de ansiedad de los alumnos en una situación de aprendizaje de lengua extranjera.
Creo que merece especial mención la ansiedad asociada al aprendizaje oral. Tal y como se refleja en el artículo de Arnold, únicamente escuchar o leer el idioma no es suficiente para llegar a la adquisición del mismo, por lo que el alumno necesita involucrarse en experiencias comunicativas. Esta destreza es la que genera un mayor desasosiego entre los alumnos, y sin embargo, el enfoque comunicativo ayuda enormemente pues nos sitúa en una posición real de uso de la lengua.
Desde mi punto de vista creo que es una labor imprescindible conocer estos síntomas así como poner solución a los mismos. Por tanto, ¿qué podemos hacer para poder solucionar estas situaciones? Proponemos las siguientes acciones:
- Hacer consciente al alumno de que las circunstancias a las que se tiene que enfrentar en el aula son retos alcanzables y que no deben ser asociados a fracasos previos.
- Crear una atmósfera apropiada en el aula para favorecer la confianza, la seguridad, y con ello la participación. Por ejemplo, al comienzo de las clases se pueden dejar claros los objetivos y se van dando estrategias para conseguirlos.
- Dado que a cada alumno le angustia una situación distinta, será conveniente ir modificando la metodología para que todos los alumnos puedan trabajar de la forma más cómoda posible. Es decir, hay alumnos que perciben ciertas prácticas didácticas como amenazadoras, las cuales causan en ellos un cierto nerviosismo, así que, por ejemplo, no debemos estancarnos en realizar únicamente tareas comunicativas.
- Fomentar procesos de aprendizaje cooperativo, pues el aprendizaje entre iguales logra disminuir la ansiedad.
- Gestionar los errores de los alumnos para que éstos los vean como una parte inevitable y positiva del proceso. El hecho de que el estudiante se arriesgue a hablar ya será un logro que abrirá el camino de la superación de obstáculos.
Por último, me gustaría destacar una frase que menciona Arnold en su artículo, acerca de las respuestas incorrectas que pueda dar un alumno y la actitud que debe manifestar el docente: “El alumno siempre tiene que saber que, aunque puede que su respuesta no valga, él sí vale.”
Bibliografía utilizada:
Arnold Morgan J. “Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera” [en línea] [Consultado: 9/3/2014] Disponible: http://cvc.cervantes.es/obref
/antologia_didactica/claves/arnold.htm
García Galindo, G. (2011). “La ansiedad ante el aprendizaje de una segunda lengua”. Autodidacta, Revista electrónica de la Educación de Extremadura, Número V, Artículo nº4, pp. 41-55. [en línea] [Consultado: 9/3/2014] Disponible: http://www.anpebadajo
z.es/autodidacta/autodidacta_archivos/numero_5_archivos/4_g_g_galindo.pdf
Horwitz, E. K.; Horwitz, M. B. y Cope, J. A. (1986). “Foreign language classroom anxiety”. Modern Language Journal, vol 70, pp. 125-132. [en línea] [Consultado: 9/3/2014] Disponible: http://hyxy.nankai.edu.cn/jingpinke/buchongyuedu/foreign%20
language%20classroom%20anxiety.pdf
Muñoz Torres, M. (2009). “La influencia del tipo de actividad en la ansiedad en alumnos chinos de español como lengua extranjera”. Trabajo Fin de Máster en Enseñanza del Español como lengua extranjera. Instituto Cervantes – UIMP.SinoELE. [en línea] [Consultado: 9/3/2014] Disponible: http://www.sinoele.org/images/Revista/
2/munoz.pdf
Roncel Vega, V. M. (2008). “Autoconcepto, motivación y ansiedad en el aula de idiomas”. Marco ELE, revista de didáctica ELE, núm. 7. [en línea] [Consultado: 9/3/2014] Disponible: http://marcoele.com/descargas/7/roncel_autoconcepto-motivación.pdf
Javier Pablo Navarro
José Alberto Lorda Abadías
ResponderEliminarLa lectura comentada por Javier me parece muy interesante de cara tanto para alumnos como para los docentes. Considero tan importante que el profesor reconozca los síntomas de ansiedad de sus alumnos y sepa cómo gestionarlos como que el alumno sea capaz de reconocérselos así mismo, averiguar sus causas y así poder sobreponerse a ellas.
A la hora de analizar cuáles son las causas que originan la ansiedad en el alumno, en el artículo se barajan varios motivos, como los rasgos de personalidad del alumno, la actitud del docente o el tipo de actividades a realizar. Con ello estoy completamente de acuerdo, pero yo añadiría otra más, que personalmente considero igualmente importante y son los rasgos de la cultura de origen del alumno. Las distintas culturas conciben de modos muy diferentes el hecho de cometer errores. En unas culturas los errores se consideran como parte natural del proceso de aprendizaje y por lo tanto son concebidos desde una perspectiva positiva y en otras culturas cometer errores es concebido como algo más negativo, que deslegitima al alumno y como consecuencia lo ridiculiza. Es en este segundo caso, donde el alumno va a percibir una mayor presión y miedo al error y que al final le van a llevar a sufrir una ansiedad incontrolada que perjudicará el proceso de aprendizaje de la segunda lengua. Considero importante a tener en cuenta el factor cultural por dos motivos, en primer lugar porque requiere que el docente conozca la cultura original del alumno y en segundo lugar porque la propia cultura de origen del alumno plasma en él un modo de concebir la realidad muy arraigado y en ocasiones difícil de ampliar.
Finalmente, estoy totalmente de acuerdo, como menciona Javier, que los síntomas de ansiedad se manifiestan con mayor intensidad a la hora de trabajar las habilidades orales y comunicativas, ya que están involucran una mayor exposición hacia las personas que nos rodean. Es por ello preciso, tal y como se menciona en esta lectura y en otras lecturas como “Los textos orales en la clase de ELE” de Isabel Torremocha Cagigal, que el docente sea capaz de disminuir el miedo y gestionar la ansiedad, creando un ambiente de motivación donde el alumno disfrute aprendiendo la segunda lengua.
José Alberto Lorda Abadías
Nerea González
ResponderEliminarEl artículo “Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera” de J. Arnold Morgan comentado por Javier es un artículo muy interesante que te hace reflexionar sobre las circunstancias afectivas que influyen en el aprendizaje de una lengua, en concreto en el español. Javier se ha centrado en la ansiedad como factor afectivo. A lo largo del artículo nos encontramos con otros factores que también analiza, como las actitudes y creencias (no tengo capacidad para aprender, puedo llegar a hablar y entender bien la lengua), autoestima o los estilos de aprendizaje (las inteligencias múltiples de Gardner, y las modalidades sensoriales, los canales —visual, auditivo y cinético— por los cuales tendemos a procesar los estímulos que recibimos y que son la base de todo aprendizaje (Revell y Norman, 1999) ).
Tal y como Javier refleja en su comentario, la ansiedad ante una nueva lengua se genera a partir de experiencias negativas y reiteradas, reflexión que podríamos aplicar al aprendizaje de cualquier materia y que debería estar presente en nuestra vida docente. Del mismo como que la ansiedad que se crea ante el miedo al fracaso en los exámenes y el miedo ante la evaluación negativa. Sin embargo, la división a la que hace referencia Arnold apunta en la dirección de establecer, como algunos autores, una ansiedad facilitadora y una debilitadora. La primera se corresponde con aquella que promueve una tensión necesaria para fomentar el esfuerzo en una determinada tarea pero no para obstaculizar su realización. Sin embargo, la debilitadora, que es a la que normalmente nos referimos y que debemos disminuir, perjudica al alumno hasta el punto de ocasionarle preocupación, duda y evasión del uso de la lengua.
Las propuestas que Javier recoge, para solucionar este problema me resultan muy interesantes. El docente tiene que utilizar las herramientas necesarias para eliminar la causa cuando sea posible o proporcionar al alumno ayuda para enfrentarse a ella. Especialmente me ha gustado “Crear una atmósfera apropiada en el aula para favorecer la confianza, la seguridad, y con ello la participación. Por ejemplo, al comienzo de las clases se pueden dejar claros los objetivos y se van dando estrategias para conseguirlos.” Considero esta acción debería realizarse continuamente, presentar la “meta” a la que se quiere llegar antes de comenzar un trabajo, una unidad o un tema, es el esencial para poder seguir guiando y acompañando al alumnado en el camino enseñanza-aprendizaje.
Nerea González (continuación)
ResponderEliminarMe gustaría remarcar otro factor afectivo que el autor menciona en su artículo y que considero igual de importante que el tratar la ansiedad. Evidentemente, la ansiedad es un enemigo del aprendizaje y se debe buscar minimizarla en el aula, y se encuentra ligada a la autoestima. Son dos caras de una moneda afectiva, una que impide el aprendizaje y otra que lo sustenta. Reforzar y prestar atención a la autoestima, no solo genera bienestar en el alumno y que se encuentre más dispuesto hacia el aprendizaje sino también puede conllevar a un mejor rendimiento académico. Es decir, si su autoestima es baja, el alumno va a creer que no puede, que es muy difícil, que él no vale para los idiomas (o aplicable a cualquier materia) y, por tanto, no va a hacer el esfuerzo necesario para aprender una nueva lengua. Del mismo modo, Arnold remarca que “las creencias negativas sobre sí mismo no le dejarán concentrarse en el aula en las tareas didácticas a realizar para poder aprender porque gran parte de su energía cognitiva se perderá en preocuparse excesivamente por su falta de capacidad o de valor”. Por tanto, para mejorar esa autoestima, algunas estrategias que podríamos utilizar serían por ejemplo comunicar al alumno que es valorado, llamarle por su nombre, valorar sus habilidades y capacidades y felicitarle ante las mejoras y progresos. También recordar al grupo que pueden compartir sus intereses, sentimientos e inquietudes.
Arnold J. “Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera”. Études de Linguistique Appliquée, nº 139. de Andrés, Veronica and Arnold, Jane.Seeds of Confidence. Helbling Languages 2009
REVELL, J. y NORMAN, S. (1999) Handing Over. NLP-based Activities for Language Learning. London: Saffire Press.